Frenos: empezando desde cero

Frenos: empezando desde cero

Artículo publicado el 4 de setiembre de 2011.



Estimados seguidores:

Los invito a leer el primer artículo sobre frenos que se genera desde al año 1966, donde Jorge Vidiella hiciera una descripción de los frenos y su acción (

http://www.bse.com.uy/almanaque/Almanaque%201966/pdf/0%20-%20079.pdf).
En vistas del hambre de información que existe, habiendo evolucionado mucho la equitación y el nivel de exigencias de las pruebas desde aquellos años a la actualidad es que he realizado este artículo el que espero sea el comienzo de una buena forma de compartir la información que he recabado, generado y otro tanto de la que me han enseñado.
Espero sin duda alguna vuestros comentarios. Saludos y hasta el próximo. 
Dr. Andrés Rusiñol - Médico Veterinario 

 


Sobre el autor:
El Dr. Andrés Rusiñol, veterinario de profesión estudia hace más de 8 años el tema de frenos para caballos, admirador de las competencias como el Freno de Oro, ha comenzando en base a necesidades y experiencias personales, incrementado su conocimiento impulsado por la necesidad de generar información entorno al tema y por una demanda notoriamente insatisfecha de frenos concebidos desde la anatomía del caballo, su acción en la boca, hasta la búsqueda incluso de correcciones específicas en la doma o el entrenamiento. Su intercambio de experiencias con jinetes nacionales e internacionales, entrenadores, domadores y criadores de caballos ha logrado evitar el sesgo en la dirección de sus estudios, a los que agrega siempre su impronta personal como  veterinario no dejando detalle librado al azar y haciendo del freno una verdadera herramienta de comunicación. Regularmente asiste a diversos encuentros ecuestres donde recaba información, genera nuevos intercambios con criadores y jinetes, y toda esa información es utilizada en pro del diseño de nuevos modelos de frenos e incluso frecuentemente en el rediseño de modelos existentes.

 

 

No haré una reseña histórica o de evolución de esta pilcha criolla, ya que coincido con las palabras de Alberto Martín Labiano, quien dice, que no hay recetas dentro de la variedad de embocaduras, ...“cada caballo necesita la que le permita cumplir con la mayor comodidad y seguridad, la oblación que le imponemos tanto bajo la silla como en el tiro”.

El propósito del presente artículo, es acercar a los jinetes y al mundo del caballo en general, una serie de conocimientos y observaciones, probadas y utilizadas por los expertos en el tema, acerca de la importancia que reviste, con el fin de lograr siempre tener un mejor trato con nuestros caballos, y un mayor conocimiento de causa, lo que nos llevara a poder tomar decisiones más acertadas y lograr mejores resultados.

El freno, pieza fundamental del apero, sirve esencialmente para transmitir a través de las riendas, los comandos del jinete a su caballo.
El freno más comúnmente utilizado en nuestros campos es una versión local, del freno de la jineta o freno marroquí, bien fuerte y sólido, especial para llevar las riendas casi sueltas, con una sola mano, casi sin contacto con la boca y con la mano más bien alta, pronto para detener bruscamente al animal.
Este freno al que se le llamó “freno de candado”, y equivocadamente por algunos llamado “mulero”.


Dejando de lado la parte histórica, comenzando con las etapas más contemporáneas, frecuentemente escuchamos o leemos comentarios en el ámbito internacional, recomendando una gama infinita de frenos, espuelas, bozales, cabezadas, barbadas, alambres, hackamores (hociqueras o piqueras), cadenas, bajadores, martingalas, etc., etc., etc., que contrastan fuertemente con el reducido número de frenos que nosotros en Uruguay y la región utilizamos en el tipo de doma que tenemos tradicionalmente e incluso en el tipo de equitación campera que predomina en la región, donde empleamos normalmente una gama muy reducida de frenos y nos vemos en una encrucijada respecto a que freno será el "mejor" para nuestro caballo y actividad si es que llegamos a cuestionarnos eso.

Esa es la base principal de esta temática, intentar conocer cual freno se adecua a nuestras necesidades, tanto por la actividad que desarrollaremos, el caballo con el que la llevaremos a cabo así como con el conocimiento crítico acerca de nuestras virtudes y defectos como jinetes. El tomar en cuenta o no esos tres factores marcarán la diferencia en el desempeño de la actividad, sea un simple paseo o sea la prueba de rienda más exigente.

Antes de abordar el tema es necesario para mí realizar una breve pero importantísima definición. El “freno” como todos le decimos, es antes que una pieza más del apero, es la herramienta de comunicación más efectiva que tenemos hasta el momento, con la cual podemos lograr transmitir al caballo una diversa gama de comandos en distintas intensidades. Digo comandos y no órdenes, ya que entiendo como un comando, algo que se programa y luego automatiza, y es así como funciona con el caballo. Él no recibe la orden, la razona y actúa en consecuencia. Él recibe el comando y actúa.

Es por ello justamente en que en cada una de las conferencias que he dado insisto en la importancia que debe dar el jinete a la hora de elegir el freno adecuado para montar el caballo. No debemos olvidar nunca que será nuestro vínculo más estrecho con el caballo, con el que lograremos reforzar nuestra relación con él, con el que obtendremos los mejores resultados o con el que nos llevaremos grandes desilusiones. Siempre, y no dudo en decirlo, esas desilusiones serán responsabilidad únicamente nuestra.

Como humanos, tenemos tanto el lenguaje verbal como el corporal para que otro interlocutor nos comprenda. Podemos enunciar de muchas maneras diferentes un concepto y será básicamente la misma idea.

Con el caballo no corremos con esa suerte, ya que no comprenderá mayormente nuestro lenguaje, principalmente porque estamos acostumbrados a no tener una única manera de comunicar las cosas, no lo hacemos siempre igual, y para comunicarle algo al equino debemos ser constantes, repetitivos y mantener siempre la misma forma de transmitir el comando.

La persona que mejores resultados obtenga será aquella que logre mantener un único criterio para enseñarle al caballo cada comando de manera de no tener “ruidos” en esa comunicación en que las señales sean simples y claras.

Conociendo contadas salvedades, me arriesgo a afirmar que tanto en el Uruguay así como en otras partes del mundo, los frenos se diseñan y emplean sin contemplar la comodidad y dolor para el animal, simplemente con el afán de conseguir un resultado específico funcional e incluso a veces primando lo estético, aspecto que al caballo poco le importa.

Pienso que de esa manera, muchas veces los frenos terminan siendo una  tortura para el animal que responde adquiriendo vicios y manías que se traducen luego en grandes problemas de difícil solución para nosotros.
Apelamos al uso de embocaduras como herramienta de comunicación que no sustituye a la comunicación corporal o vocal (básicamente onomatopéyica). 
En Caballos y Afines concebimos al freno de esa manera, debe resultar suave al tacto y en su acción, tanto para el animal como para el humano.

Justamente allí está el meollo de este asunto. No podemos empezar a hablar de frenos, de sus variedades, de su acción si no tenemos las bases de la comunicación con el caballo, tema que no abordaré ya que existen especialistas con muchísima más autoridad que yo como para abordar ese tema. Y debo hacer un reconocimiento al Dr. Elbio “Teddy” Pereira, colega y amigo, quien fue mi profesor en la facultad y de quien mucho he aprendido sobre la etología equina, tanto en el aula como en la rueda informal de mate, parete de lo cual se resume en un artículo escrito por el mismo, artículo que comparto con todos ustedes en este link Click aquí.

Cuando hablamos del freno como un producto terminado, no sólo debemos reparar en la cantidad de articulaciones, las medidas, alto de puente, etc., etc., es fundamental el diseño con criterio técnico perfecto, fabricación, terminación y control de calidad así como las características de los materiales con que están hechos. Y es allí donde estoy convencido que Caballos y Afines marca la diferencia. Más allá de brindar un asesoramiento pre y post venta personalizado y a la medida del cliente, somos conscientes de que ese freno establecerá un vínculo caballo-jinete y que somos responsables de que ese vínculo sea estrecho y fluido. Luego escapan ya de nuestro gobierno el uso que se le dará al freno, así como la actividad y caballo en que se utilizará.

En relación con las diferentes modalidades de actividades ecuestres que tenemos en nuestro país, he podido observar que la gran mayoría de los jinetes o simplemente entusiastas de los caballos, tenemos un conocimiento muy limitado de las diferentes embocaduras y sus usos en relación con nuestros animales.

En general, la conformación y estructura de las partes de la boca hacen que el uso de los diferentes tipos de embocadura tenga influencia directa en la intensidad y sensaciones percibidas por nuestro animal.


Como veterinario, he estudiado y comprobado que los caballos muestran diferencias considerables en la anatomía de sus bocas, por lo que es necesario conocerlas en lo particular y revisarlas periódicamente para poder evaluar su estado, lo cual nos evitara una gran cantidad de problemas .

Básicamente, existen 7 puntos de influencia en la cabeza de los caballos sobre los que las embocaduras pueden incidir:

 

1)    la nuca.

2)    la nariz.

3)    la barbilla (ramas del maxilar inferior).

4)    la comisura de los labios.

5)    las barras (zona de la encía carente de dentición).

6)    la lengua.

7)    el paladar.

En relación con las embocaduras, debemos hacer notar que en general se han dividido en 5 familias principales:

a)   bocado de doma (bocal).

b)   Bridones o también llamados filetes.

c)    frenos (tipo pelham, con puente y piernas).

d)   doble brida (freno y filete combinados, muy usados en polo).

e)   bocados tipo gag (filetes de elevación).

f)     hackamores y jáquimas (únicos que actúan fuera de la boca).

Abordaremos solamente los que conciernen al uso y doma que damos a nuestros criollos.

a)   Bocado de doma

Se trata de una tira de cuero crudo que se coloca alrededor del maxilar inferior de la boca del caballo englobando labios, lengua, barras, maxilar inferior y barbilla, el que es atado con suficiente presión para que no caiga pero que no produzca isquemia. Se asegura con diferentes métodos e incluye 2 argollas, una para cada rienda. Es la primera herramienta usada en la boca en la doma en estas latitudes, resultando en una suave acción que necesita señales intensas, sostenidas y amplias para ir enseñando al animal a los comandos que daremos luego con las embocaduras de hierro.

Particularmente me gusta mucho el bocado, es un patrimonio nuestro, una herramienta invaluable ya que genera una aproximación a las embocaduras no tan rígida ni fría como sería un freno metálico, resultando ser aceptado por la enorme mayoría de los caballos.

 

b)   Bridones

La mayoría de los caballos aceptan los bridones sin mayor problema. Su acción es solo dentro de la boca del caballo: en la comisura de los labios, la lengua, las barras y en algunos casos el paladar. Prácticamente no ejercen acción directa sobre la nuca o la barbilla.

Los filetes pueden diferir entre sí no solo en su grosor, sino también en su forma, en el número de uniones y en el material utilizado. Existen hasta forrados de goma o silicona, utilizados en caballos nuevos, lastimados, resentidos o particularmente sensibles.

Es necesario hacer notar que un bridón trabaja correctamente sobre la boca del caballo si ha sido minuciosamente elegido, debe estar ajustado de forma que se encuentre lo más alto posible en la boca, pero sin comprimir la comisura de los labios ni salirse del espacio de las barras. El bridón debe tener el ancho preciso para que no se mueva de un lado a otro de la boca, no debe ser demasiado corto, ya que esto lastimaría la comisura de los labios. Si fuere muy largo, se movería de lado a lado en la boca y sería muy inestable para el animal. Hay que tener en cuenta que entre más delgado sea el diámetro de la porción que apoya sobre las barras, más severa será su acción en la boca, y serán mas recomendados para caballos con boca dura, en tanto que los filetes más gruesos son más indicados para bocas suaves, y se recomiendan para caballos sensibles.

Hay que hacer hincapié en que los caballos que tienen una lengua gruesa o una acotada distancia entre las ramas del maxilar inferior o una combinación de ambas circunstancias, no resisten la presión del bridón sobre la lengua, y tratan de aliviarse pasándola por encima del mismo, si lo permite la altura del paladar, si no permitimos esto entonces tratara de sacar la lengua por los lados, al inicio ocasionalmente, y después continuamente. Incluso podemos lograr “dormirle” la lengua por falta de retorno venoso a raíz de la presión.

La mayoría de los problemas con la lengua de los caballos están en relación directa al uso de las manos del jinete con mucha fuerza y/o a tensiones del caballo. El trabajar en mejorar la flexibilidad del caballo y cuidar tener un contacto suave con la boca es la mejor manera de resolver este problema.

c)    Frenos


Los frenos son instrumentos que ayudan al jinete a producir un efecto sobre la boca del caballo de mayor intensidad utilizando menor esfuerzo para el jinete, ya que transmite la fuerza aplicada por la mano y la multiplica debido a la longitud de sus palancas, las “patas o piernas” y al uso de la barbada como punto de apoyo. Su principio de funcionamiento se fundamenta en la palanca y actúan sobre los siguientes puntos de la cabeza: la nuca, en muy menor medida, las barras, la lengua, la barbilla y en el caso de los frenos de puente alto, sobre el paladar.



La potencia de un freno esta en relación directa a las diferencias de longitud entre las partes altas y bajas de la pierna, medidas desde la unión de esta con el bocado, y al correcto ajuste de la barbada o cadena. Por lo que en la elección del freno se debe siempre considerar las longitudes de las partes altas y bajas (patas) a partir del bocado, lo que nos da el efecto de palanca. Cuanto más larga sea la parte alta del freno y más largas las patas, más severo el efecto del bocado, mientras que es más suave a medida que las dimensiones de las dos partes se acercan. Comúnmente se dice que la pierna debe tener como mínimo el doble de longitud que la parte alta. Como regla general, un freno con patas cortas nos sirve para caballos con boca sensible y cuello bien conformado y flexible. Si tenemos un caballo con buen cuello y boca menos sensible, un freno con bocado más delgado y patas cortas puede ser una buena elección. Un caballo con cuello rígido y boca sensible nos indicara usar un freno con bocado suave y patas más largas. Los caballos que tienen mucha dificultad en aceptar los frenos, en general se acomodan mejor con bocados sin puente, tipo freno bridón. La forma de las piernas, aunque en menor medida incide en la multiplicación de las fuerzas aplicadas desde las riendas. Una pierna en “S” o “número 5” como solemos decirle será menos severa que una recta o semirrecta, todo a raíz de como se descomponen las fuerzas que aplicamos desde las riendas.

La idea es que el bocado del freno descanse sobre las barras y no sobre la lengua, ya que si este fuera el caso, la lengua seria comprimida entre el bocado y las barras, lo que causaría la lógica defensa del animal ya explicada para los bridones. Por tanto, la compresión de la lengua debe ser evitada a toda costa. En el caso de caballos con lengua delgada y un espacio para esta adecuado en la mandíbula inferior, casi todos los frenos pueden servir, ya que la lengua tiene espacio suficiente. En las razas que son numéricamente más importantes en nuestro país tenemos por lo general ramas del maxilar inferior de media separación a estrecha, por lo que prestaremos especial atención a este punto.

Cuando el espacio para la lengua no es suficiente, se usan frenos con “puente”, los cuales tienen que ser escogidos de acuerdo a cada caballo en particular. El puente debe ser lo suficientemente alto y ancho para proporcionarle a la lengua el espacio que le permita no ser comprimida. Sin embargo, en la altura del puente debe considerarse también ya que de tocar el paladar, causaría dolor al animal y el seguro rechazo y pelea con el freno, soliendo abrir la boca, mover la cabeza rechazando la embocadura o mosquear con la cola, todos englobados dentro de lo que llamamos reacciones al freno.


Siempre, luego de enfrenar debemos observar como hace contacto el bocado con puente sobre las barras, si el ancho del puente es un poco mayor al de las barras, se hará contacto con las esquinas interiores del puente, causando una lesión casi inmediata sobre las barras.

Es de gran importancia un uso adecuado de la barbada, ya que si esta no es usada o no es apropiadamente ajustada, el freno no ejerce su acción de palanca tal y como está diseñado para que lo haga, ya que no existiría punto de apoyo. Además, sirve para mantener al freno en su correcta posición todo el tiempo. La posición de la barbada debe estar en relación directa con el tipo de mandíbula inferior y de su barbilla, debe hacer ligero contacto con la barbilla, generalmente se acepta que el espacio existente sea el del grosor de uno o dos dedos del jinete. Asimismo, para impedir que se mueva de lugar, se recomienda que el primer eslabón de la barbada quede ajustado a la altura del bocado por tanto, la cadenilla o barbada regulara la severidad del freno. Otro punto importante que debemos considerar es que los ganchos que sostienen la barbada deben ‘mirar” hacia adelante o afuera, ya que si lo hacen hacia atrás o adentro, se pueden enganchar haciendo nuestro equipo completamente inútil.

El freno está diseñado según el principio de que normalmente el caballo cede siempre a la presión que siente dado que así fue domado y eso es lo que se le enseñó. Pero este efecto de presión solo entra en juego si la barbada está en su sitio. Ahí ejercerá su efecto de presión sobre la barbilla y debemos vigilar para que esta presión no sea mayor que la ejercida por el bocado sobre las barras, ya que el caballo cede siempre a la presión más fuerte. Si la presión es mayor en la barbilla, en lugar de encapotarse, el caballo levantara la cabeza y se pondrá fuera de la mano. Para los caballos con barbillas menos carnosas y piel más sensible, se recomienda usar barbadas lo mas lisas y anchas posibles o forrarlas de cuero o hule, teniendo en cuenta que una barbada demasiado suave nos quietará acción en la presión que daremos a las riendas. También el largo de la barbada es importante, en general es de una longitud de una vez y media a la longitud del bocado.

 



Debemos tener presente en todo momento que podremos lograr un caballo con la boca tan refinada como queramos, donde serán limitantes nuestra experiencia, la genética del animal, su morfología, y las herramientas que tengamos disponibles para trabajarlo y entrenarlo.

Luego de que se logra una doma básica, sonde el caballo responde con soltura a los comandos más elementales, se mueve cómodamente a campo y se acostumbra a las voces, movimientos y demás acciones del jinete, pasamos a la fase de entrenamiento. Este es usado para completar y refinar toda la doma a la que el animal ha sido sometido anteriormente. Mediante el uso de técnicas más complejas y sin dudas de la mano de un jinete de mayor experiencia, se pasa a un trabajo realizado con una mano suave y precisa para crear caballos con un alto grado de doma.


Aquí, se insistirá en gran medida a la flexión de cuello y cabeza así como a la reunión que logre el caballo de manera tal que un caballo así entrenado responde inmediatamente a las más ligeras señales y nos da los elementos para desarrollarle el balance (equilibrio) y el poder necesario para tenerlo como resorte, ya que controlara mejor su centro de gravedad al llevar más peso sobre el posterior, teniendo disposición inmediata de la energía acumulada cuando lo solicitemos.

Tan pronto como el caballo ha confirmado su educación en el filete y ha aprendido a desplazarse con equilibrio, soltando el cuello y flexionado en la nuca, con las piernas entrando por debajo del cuerpo, es el momento de en que logramos el equilibrio y postura correctos.

Finalmente haré algunas apreciaciones sobre el uso de los frenos:

Cuando comenzamos en el uso de un freno que nunca hemos utilizado en ese caballo, sea su primer freno o no es recomendable introducirlo un rato antes o unas horas antes de comenzar el trabajo de montado, lo que se conoce como “colgar el freno”, que es la introducción del freno sin las riendas o con ellas atadas sobre el cuello, para que el caballo empiece a sentir el nuevo hierro en la boca, usando la barbada en su sitio desde este momento. Con ello lograremos que el caballo se acostumbre a las nuevas formas del freno, a su sabor. Incluso para colaborar con la flexión podemos utilizar riendas de goma atadas con una mínima presión para que el caballo vaya cediendo poco a poco.

La diferencia entre el trabajo del freno y el filete reside en su aplicación y operación. Diseñado para incurvar al caballo lateralmente, el filete influye principalmente sobre los músculos del caballo, mientras que el freno tiene más efecto sobre el esqueleto y las coyunturas. El efecto del freno y filete combinados y/o alternados resultará en un caballo más completo desde el punto de vista de su ductilidad.

Apreciaciones respecto a la barbada:

La experiencia nos señala que entre más suelta quede la barbada, induce a los caballos a apoyarse más sobre el bocado, mientras que las barbadas estrechamente ajustadas los pondrán por detrás de la mano con más facilidad y los hará llevar la cabeza demasiado baja. De allí la insistencia que hemos hecho en usar la barbada en el punto justo. Asimismo, es muy conocer que por esa zona pasa un conjunto de nervios que le causa gran dolor al caballo, así como pueden generar desde una parálisis facial temporaria a una permanente si hay lesión nerviosa.

 

Antes de terminar, quiero hacer la observación de la gran importancia que tiene el poner y quitar cualquier embocadura en nuestro ejemplar. Es importantísimo que al hacerlo, no se toquen o golpeen los dientes, ya que esto les causa un gran dolor, con lo cual van aprendiendo a defenderse a la hora de llevarlo a cabo. Deberemos tomar con una mano la parte superior de la cabezada, la otra mano agarrará lateralmente el freno, dejando libre el pulgar de modo que este pueda introducirse en la barra y generar presión sobre la barra lo que provocará que el caballo abra la boca. Luego llevaremos la cabezada hacia la nuca, justo detrás de las orejas lo que irá colocando el freno en la boca, dejando que el caballo la vaya permitiendo el ingreso del freno en su boca voluntariamente.


Sugiero revisar constantemente la comisura de los labios, en caso de que haya rozaduras o cortes, se debe a que se está pellizcando con el uso del freno, para esto se usa la protección de las llamadas “donas” o “arandelas” de goma siliconada que se venden en cualquier talabartería, que se colocan en agua caliente y una vez que se ablandan se colocan en el freno. Si no las encuentran, pueden fabricarlas fácilmente con cuero o con goma.


Finalmente, he dejado el hakcamore para hacer unos pocos comentarios sobre él, primero que nada, es una herramienta de gran utilidad para caballos con lesiones en la cavidad oral, gingival, encías o lengua, siempre y cuando no sea subsanable con un ajuste en más o menos del largo de la cabezada hecho que en ocasiones logra “desencontrar” el freno de la herida con lo que no colaboraremos en empeorar la lesión. A su vez son muy útiles para trabajar en caballos duros de boca, caballos que les cuesta ceder la nuca, ya que trabaja sobre la nariz zona más sensible aunque la propia boca.

 

Espero que este artículo haya sido de provecho a todos los lectores, sean domadores, criadores, entusiastas o jinetes, expertos o “de fin de semana”, con la convicción de que sus caballos estarán agradecidos de los cuidados que se tomarán en adelante y sin duda alguna las satisfacciones serán cada vez mayores. 

Todos vuestros comentarios son bienvenidos: caballosyafines@gmail.com

Dr. Andrés Rusiñol
Médico Veterinario
Domador y entrenador de Caballos



Contacto: Lucía Lucas Almeida - Móvil: (+598) 98 184 543 - caballosyafines@gmail.com
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